Poeta pinteño lanza su obra en Santa Marta

Por: Raffael Medina Brochero
En el marco del evento de la cultura del arte denominada Poemas para la Paz Total en los Parques, el cual ejecuta la fundación Santaigua Arte y Rio, se hará la presentación del libro del poeta Luis Eduardo Larios el día 20 de abril en el Parque de Los Novios en la ciudad de Santa Marta Distrito Turístico, Cultural e Histórico.
La obra poémica Efimeridades fue publicada por editorial Lamaruca de la ciudad de Puerto Rico y ya se encuentra disponible en Amazon, donde los amante de las letras la pueden adquirir, asimismo puedes obtener esta obra con el autógrafo solicitándola al correo electrónico luislarios6420@gmail.com
Luis Eduardo Larios Payares, es de Santa Barbara de Pinto sur del Magdalena, funge como rector de la institución educativa Gilma Royero Solano del ente territorial en mención, estudió licenciatura en Español y Literatura en Cecar Sincelejo- Sucre y es especialista en Educación de la universidad Juan de Castellanos de Tunja.
El libro Efimeridades de este autor riano, Luis Eduardo Larios, no sé por qué carajo no me hace estremecer, no quiero, ni busco responsabilizar al creador, quizás esta tarde de brisa suave frente a la majestual Sierra Nevada “Corazón del Mundo” y de espalda al mar Caribe, no sea propicia para descifrarlo tal como yo pretendo.
Pese a esta circunstancia e intentando penetrarlo me atrevo a decir que Efimeridades es un poemario con algunas disrupciones temáticas tan leves que un lector desprevenido no alcanza a descubrirla, ya que en la obra aborda la poesía erótica con una sutileza de arcipreste agazapado.
Extraño en esta obra literaria la fragancia a cagajón de burro, el olor a pescado de la ciénaga Papelillo, el paisaje de garzas lácteas que bordean el río, tampoco encuentro el olor de la boñiga de vaca- no las de Uribe- no, las de la tierra de los Pintaos, cantón fértil donde las aves cantan himnos de júbilo en cada tardecer.
Descubro que este primer libro de Larios, alberga un paisaje de tristezas continuas, un piélago de naufragios sin límites se evidencia en cada título; su índice es un poema más, gris, lánguido, sin asomos de arreboles vesperales propios de la tierra de Los Pintaos, allá donde el canto de chicharras armoniza con el croar de los batracios.
Sin embargo la obra está escrita desde los corpúsculos de la médula cardial, por lo que el autor en un derroche de melancolía se deshace de sus tormentas nacidas de los múltiples infortunios que poblan la atmósfera y que él, el autor absorbe por sus poros y los plasma en un conjunto de poemas tétricos, elegiacos, pero sin remiendos.
Bienvenido sea Efimeridades, eso fuiste, pues pronto vendrá un poemario tan bueno como este, pero con más color, más sonoridades agrarias, con fragancia a leche cuajá, olor a pasto recién cortado, a perfume del vaho del ganado en los corrales y a suspiros nacidos de los recintos eróticos del Bar la Puntica.
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